domingo, 9 de julio de 2017

Manejo de sustratos en semilleros de hortalizas



SUSTRATOS

Los semilleros se pueden hacer con suelo, con sustratos orgánicos, con sustratos artificiales o con una mezcla apropiada de éstos. Siempre se debe lograr un sustrato con características físicas, químicas y biológicas propicias, que faciliten la germinación. Cuando el suelo para la producción de plántulas presenta condiciones impropias, como deficiencias de nutrientes, mal drenaje, poca retención de humedad, textura poco favorable para el desarrollo y funcionamiento de las raíces o presencia de plagas o enfermedades, es frecuente reemplazarlo por sustratos de origen diverso, que en alguna o en todas las fases de un cultivo permiten superar condiciones limitantes y acercar el sistema radicular de la planta completa a una situación óptima para satisfacer sus requerimientos hídricos y nutricionales.

Los sustratos pueden estar compuestos por elementos naturales o modificados por reacciones físicas y químicas, ser totalmente inertes o tener actividad química. La posibilidad de aprovechar como sustrato hortícola la diversidad de materiales disponibles en nuestro entorno está supeditada a un buen conocimiento de sus propiedades, ya que a partir de éste es posible saber el tipo de preparación que se requiere previo a su uso, sus aplicaciones y las técnicas de manejo pertinentes.
Es necesario tener en cuenta el contenido de nutrientes y algunas características químicas del suelo o sustrato que puedan afectar el buen desarrollo de las plántulas, por lo que el análisis físico-químico es una herramienta valiosa para conocer su composición.

Características de los sustratos
No hay un sustrato ideal que cubra absolutamente las exigencias de las plántulas, pero se pueden diseñar mezclas artificiales que incluyan materiales abundantes de bajo costo, fácil consecución y buena calidad. Para lograrlo se deben considerar varios aspectos:

§  La disponibilidad del material en el mercado.
§  La posibilidad de manipularlo y de mantener características adecuadas al humedecerse.
§  Su precio y el de la preparación.
§  Su descomposición a lo largo del tiempo y la posibilidad de reutilización (en cultivos).
§  Las características físicas: el tamaño de partículas, la porosidad y la retención de humedad.
§  Las características químicas: el pH, la capacidad de intercambio de cationes, la salinidad, la relación carbono/nitrógeno y el contenido de nutrientes.
§  Que esté libres de enfermedades, insectos y malezas.
§  Que tenga baja densidad aparente, es decir, que sea un material liviano con alto porcentaje de espacio poroso (>80%) y un volumen de aire a capacidad de campo mayor al 20%.
§  Que mantenga un volumen de agua fácilmente disponible mayor a 20%.
§  Que tenga un buen drenaje y capacidad de infiltración.
§  Que tenga buena cohesión entre partículas.
§  Que no tenga tendencia a la compactación.
§  Que alcance buen estado nutricional tanto de microelementos como de elementos mayores y tenga una acidez óptima.
§  Los programas de nutrición y de sanidad vegetal.
§  En caso de su utilización en mezcla, que sea(n) fáciles de mezclar.
§  Que resista los cambios del ambiente, tanto físicos como químicos.

En semilleros que no utilizan sustratos artificiales para mejorar las condiciones físicas del suelo, especialmente la porosidad, se recomienda hacer una mezcla orgánica, cuya proporción dependerá de las características del terreno y de su nivel de fertilidad. En general, se recomienda la mezcla con 4:2:1: cuatro partes de tierra, dos partes de materia orgánica y una parte de arena. Esta mezcla puede utilizarse tanto para semilleros a campo abierto a ras de piso, como para la producción de plántulas en confinamiento. Además para favorecer un adecuado desarrollo de raíces, se recomienda la aplicación de un fertilizante rico en fósforo tipo roca fosfórica o superfosfato triple, el cual debe incorporarse homogéneamente a la mezcla antes de iniciar el proceso de desinfección del suelo, por el método de la solarización; de esta manera, se garantiza un adecuado nivel de fertilidad durante el proceso de enraizamiento.

Sustratos más utilizados

Compost: Son residuos orgánicos de estructura fina y descompuesta. Se usan excrementos animales, residuos de plantas, etc. Físicamente aumentan la aireación y el contenido de humedad y, químicamente, absorben los nutrientes evitando su lavado (nitrógeno y potasio) y liberando lentamente la solución en forma de nutrientes. El compost debe contener entre 35 y 50% de materia orgánica con relación al peso volumétrico, se emplea en mezcla con sustratos inactivos o inorgánicos como la turba, la perlita, la fibra de coco o la cascarilla de arroz.

El compost adicionado a la turba proporciona mayor aireación y reduce la retención de agua de la misma. Además, se ha comprobado que tiene efectos supresores a través de los organismos antagonistas que se desarrollan en él. Las altas temperaturas que se alcanzan durante el proceso del compostaje eliminan la mayor parte de las malas hierbas y microorganismos dañinos.
En el caso de la utilización de un compost como sustrato se puede utilizar como base la siguiente mezcla:

Compost                   68.00%
Gallinaza                   14.00%
Arena                        17.53%
Cal dolomítica            0.09%
Roca fosfórica            0.19%
Superfosfato triple      0.19%
Total                       100.00%

Humus: Resulta de los excrementos de lombrices (Eisenia foetida), después de digerir residuos vegetales o excrementos animales fermentados, luego se seca y se pasa a través de un tamiz para obtener una buena textura. Sirve de fertilizante y reemplaza el compost, además ofrece muy buenas características químicas

Cascarilla de arroz: Sustrato orgánico de baja descomposición por su alto contenido de sílice que, además, aumenta la tolerancia de las plantas contra insectos y organismos patógenos. Se debe usar en mezcla y hasta en un 30%, favorece el buen drenaje y la aireación, presenta baja retención de la humedad y baja capilaridad. Para evitar el “enmalezamiento” del semillero, es necesario humedecer previamente la cascarilla para hacer germinar las semillas de arroz y otras plantas que siempre contiene; además, se requiere realizar pruebas previas de germinación de semillas para verificar que no haya presencia de residuos de herbicidas en ella.

Fibra de coco: Su contenido de nitrógeno es bajo y alto el de potasio; contiene cerca de 2 ppm de boro y debe llevarse hasta 0,2 ppm para utilizarlo en hortalizas, que son muy sensibles al exceso de boro. Adecuándolo, es una buena alternativa para países como el nuestro, donde abunda esta planta (especialmente en la Costa Atlántica) y por los altos costos de otros sustratos importados como la turba.

Aserrín: Tiene un pH ácido y puede ser tóxico para algunas plantas según el tipo de árbol del cual provenga; por lo tanto, debe probarse antes de usarlo en cada especie hortícola.

Turba: Las turbas son los sustratos orgánicos naturales de uso más general en horticultura. Es el resultado de la descomposición completa de árboles (especialmente del género Sphagnum) y se produce en países de las zonas templadas como Canadá, Alemania, Finlandia, Suiza, Irlanda, Rusia, etc.) Se encuentran dos tipos de turbas: las poco descompuestas, que son materiales de reacción ácida, pobres en minerales por estar muy lavados, debido a su origen de zonas altas de precipitaciones abundantes, y que conservan parcialmente su estructura y un buen equilibrio entre agua y aire después del riego.  Otras, muy descompuestas, llamadas turbas negras, sin estructura, son con frecuencia muy salinas y presentan menor aireación que las anteriores. Son apropiadas para mezclas con materiales que mejoren sus propiedades deficientes porque no aportan nutrientes, tienen alta capacidad de intercambio de cationes y de retención de humedad y un alto grado de porosidad. Son ácidas (pH entre 3.5 y 4.5), aunque en el mercado se encuentran turbas con pH corregido (5.5 – 6.5) y un contenido de materia orgánica de 95%.

Manejo de semilleros

Desinfección: Anteriormente, la desinfección se realizaba empleando productos químicos como Dazomet, Bromuro de Metilo, Cloropicrina, Metilisotiocianato, Dicloropropano, etc., los cuales son efectivos para el control de hongos, nematodos y bacterias, pero estos productos están prohibidos o restringidos en muchos países por su alta toxicidad para los seres humanos y animales y por su  efecto adverso al medio ambiente. Además, estos químicos se incorporados al suelo, pueden acarrear la eliminación de organismos benéficos que, de una u otra forma, coadyuvan a la nutrición de las plantas o a la regulación de las poblaciones de organismos perjudiciales. También pueden ocasionar resistencia en los fitopatógenos hacia productos químicos aplicados y acumulación en el suelo de sustancias tóxicas y de residuos perjudiciales de las plantas, con sus consecuencias sobre la salud de los consumidores.

Actualmente, el método más recomendado para desinfección de suelo es la solarización húmeda, método físico en el cual se utiliza la energía calórica irradiada por el sol. Para ello se cubre el suelo húmedo con coberturas plásticas, esto hace que su temperatura aumente hasta el punto que controle organismos patógenos como hongos, bacterias, nematodos, malezas e insectos. La humedad del sustrato tiene un papel importante, pues en las horas de menor temperatura (durante la noche) se condensa el agua evaporada en el día, lo que ocasiona un proceso de pasteurización continua durante todo el tiempo que dure el tratamiento. Estas fluctuaciones de temperatura entre el día y la noche rompen fácilmente el ciclo biológico de los fitopatógenos presentes en el sustrato. La cobertura plástica del suelo debe estar bien sellada para impedir el escape de agua. Para construir una cama para la solarización del suelo, se procede de la siguiente manera: una vez hecha la mezcla del sustrato (tierra, materia orgánica y arena) se realiza la nivelación del suelo y se construyen eras de 1.20 m de ancho con una altura máxima de 20 cm. Posteriormente se humedece el suelo a capacidad de campo y se cubre con plástico transparente de 6 mm de espesor, procurando que quede lo más sellado posible. El tratamiento debe durar, como mínimo, 40 días en zonas de clima frío y 20 días en zonas de clima cálido. Además de su efecto deletéreo sobre los hongos fitopatógenos, la solarización húmeda disminuye significativamente las poblaciones de malezas anuales y perennes indeseables en los cultivos. Las malezas se pueden reducir por muerte directa de las semillas debilitadas por el calentamiento del suelo o por muerte de las semillas germinadas en el suelo húmedo cubierto. Sin embargo, debe procurarse no cometer los siguientes errores:

§  No proporcionar la humedad suficiente al suelo para hacer efectiva la solarización, antes del proceso ni durante el mismo.
§  No cubrir adecuadamente el suelo para evitar la pérdida de humedad, lo que facilita la dispersión del calor y disminuye la efectividad del tratamiento de solarización.
§  Utilizar plástico en malas condiciones o cubrir la era con retazos; esta actividad hace que se pierda eficiencia en el proceso.
§  No remover ni airear la mezcla, una vez finalice el proceso de solarización.

Errores comunes en el manejo de semilleros

§  Inadecuada preparación de la mezcla del sustrato.
§  Deficiente tratamiento de desinfección (solarización).
§  Llenado desigual de bandejas.
§  Siembra de la semilla muy superficial o profunda, lo cual afecta la germinación. La profundidad de siembra de una semilla hortícola no debe ser más de dos veces su tamaño.
§  No resembrar a tiempo (en semilleros tradicionales).
§  Aplicación de riego en exceso o en forma deficiente.
§  No supervisar constantemente la sanidad de plántulas.
§  Baja fertilidad del sustrato utilizado.
§  No se reduce la aplicación de riego una semana antes del trasplante (endurecimiento) para disminuir el estrés a que son sometidas las plántulas, después de su trasplante en campo.

Desinfección de bandejas: Antes de llenar las bandejas se deben retirar los residuos de sustrato de la producción anterior, golpeándolas suavemente con la mano y lavándolas con agua a presión. Para prevenir el contagio de las plántulas por hongos y bacterias, se deben desinfectar las bandejas sumergiéndolas en una solución de hipoclorito de sodio o yodo agrícola a razón de 5 a 10 ml por litro de agua y agitándolas por unos 30 segundos.

Siembra: Se debe llenar con el sustrato el mayor número de bandejas al mismo tiempo, para evitar diferencias de humedad. Si el llenado es manual, las bandejas se colocan sobre una estructura para facilitar la labor del operario, luego se llenan con la mezcla de sustrato distribuyéndolo de manera uniforme en toda la bandeja. Golpee suavemente la bandeja contra una superficie dura, para que no queden cámaras de aire dentro de los alvéolos sino que, por el contrario, el sustrato se distribuya uniformemente por todas las cavidades, luego se pasa una regla de madera por encima a fin de retirar los excesos de sustrato. Para ubicar la semilla es necesario hacer en todo el centro del cono un orificio de 0.5 cm de diámetro y de 2 o 3 mm de profundidad, poniendo un marcador y ejerciendo una leve presión. Se coloca una semilla por sitio, se tapa con una capa fina del sustrato y se pasa una regla de madera para retirar los sobrantes. No es conveniente llenar bandejas con mucha anticipación a la siembra porque se compacta el sustrato por pérdida de humedad. Al momento de la siembra, todos los conos de las bandejas deben tener la misma uniformidad, tanto en la mezcla del sustrato como en los niveles de llenado y de fertilidad y en el contenido de humedad.

Coberturas: Una vez sembradas las semillas, se recomienda cubrir las bandejas con tela polisombra (30% de sombra). Las ventajas de la colocación de esta malla son las siguientes:

§  Protege las semillas del ataque de pájaros.
§  Amortigua el golpe causado por el agua de riego.
§  Protege las plantas del ataque de trozadores, al actuar como barrera física.
§  La malla permite un incremento de la temperatura del suelo, acelera la germinación de las plántulas y favorece la uniformidad en el semillero.

Riego: Las raíces de las hortalizas son muy superficiales en los primeros estados  de crecimiento, por lo que el suministro de agua debe ser continuo para conseguir un óptimo desarrollo de las plántulas. Posterior a la siembra, deben regarse en la mañana y en la tarde si es necesario, para evitar deficiencias de humedad en el sustrato que afecten la germinación de las semillas, ya que una semilla recién embebida requiere humedad continua para su proceso de germinación. En regiones muy cálidas se hace necesario regar dos y hasta tres veces al día, de acuerdo con el tipo de suelo o sustrato, tipo de semillero, la especie sembrada y las condiciones climáticas presentes. El exceso de humedad en los semilleros puede favorecer el ataque de hongos del suelo que producen el llamado mal de salcocho o damping-off. En zonas de alta precipitación, se recomienda la construcción bajo coberturas plásticas (invernadero o túneles de plástico), de tal manera que se pueda controlar el exceso de humedad. No obstante, exista o no alta precipitación, lo recomendable es tener los semilleros bajo condiciones protegidas. El riego que se les realiza a los semilleros debe hacerse en forma suave para evitar el daño a las plantas con la presión del agua, lo más recomendable es utilizar una poma que simule gotas suaves como en forma de lluvia.

Fertilización: En el caso de utilizar sustratos inertes como turba, fibra de coco o cascarilla de arroz se requiere un plan de fertilización tanto edáfica como foliar mediante fertirriego. En el sistema de producción de plántulas en confinamiento, para corregir deficiencias nutricionales, se recomienda diluir en agua un fertilizante completo tipo 10-30-10 o 15-15-15 en dosis de 10 gramos por litro de agua, y aplicarlo al semillero tratando de humedecer el suelo, preferiblemente en horas de la tarde. La deficiencia más común es la de fósforo, cuyos síntomas son plantas enanas, con raíces escasas y hojas de color púrpura. Para contrarrestar dicha deficiencia se aconseja la aplicación de un fertilizante soluble rico en fósforo, como es el caso de fosfato diamonio, en dosis de 40 gramos disueltos en ocho litros de agua, cantidad suficiente para humedecer un metro cuadrado de semillero. Cuando se presentan plantas enanas acompañadas con amarillamiento de las hojas, se debe a deficiencia de nitrógeno, lo cual se corrige con la aplicación de nitrato de potasio en dosis de 30 g en 10 litros de agua, o urea en dosis de 50 g por 10 litros de agua por metro cuadrado.

Endurecimiento de las plantas: Consiste en disminuir la aplicación del agua de riego máximo, una semana antes del traslado de las plántulas a campo. Esta práctica es de gran importancia en el semillero y se hace con la finalidad de controlar el crecimiento de las plántulas, endurecer los tejidos y facilitar su adaptación a las condiciones de estrés en el campo. Así mismo, se logra que las raíces inicien una exploración más acelerada en busca de agua y de esta forma se consigue que se desarrollen más rápidamente. Cuando las plántulas han crecido en condiciones muy favorables de humedad, sus tejidos son muy acuosos y débiles; con la disminución del riego antes del trasplante se busca endurecer los tejidos para que sean más resistentes bajo condiciones de campo. Cuando las plantas han sufrido deficiencia de humedad se presenta un endurecimiento de los tejidos, y los tallos se observan gruesos y leñosos. Se recomienda, antes del trasplante, aplicar a las plantas una solución iniciadora rica en fósforo. Se utiliza como base fosfato de amonio en dosis de 6 gramos por litro de agua, se aplican de 4 a 6 litros por metro cuadrado, 3 o 4 días antes del trasplante.

Germinación: Se requieren entre seis y ocho días en promedio para que las semillas germinen plenamente. Fuera de la buena calidad de la semilla, la velocidad de germinación está influenciada por la temperatura óptima y la humedad del suelo, el cual debe estar a capacidad de campo. En tomate, la temperatura óptima para la germinación está entre 16 y 28º C; temperaturas menores de 10º C y superiores a 35º C inhiben la germinación, a 15º C se presenta una germinación del 75% y a 35º C germina un 70% de la semilla. Respecto al porcentaje de germinación de las semillas, es importante tener en cuenta su longevidad, la cual depende de las condiciones de conservación que se les proporcionen. Los factores que inhiben la germinación son:

Factores endógenos
Madurez de la semilla.
Estados de latencia.
Presencia de hormonas inhibidoras.
Humedad de la semilla.
Testas impermeables o duras.

Factores exógenos
Temperatura.
Humedad.
Luz.

Adecuación y preparación del terreno: Antes de iniciar la construcción del invernadero, y para facilitar esta labor, es recomendable, si el terreno no ha sido sembrado antes o está en descanso, arar y rastrillar el lote con el fin de mejorar las condiciones físicas del suelo y controlar las malezas, principalmente gramíneas o ciperáceas. La arada y la rastrillada deben realizarse a 30 cm de profundidad. Cuando el semillero ya ha sido sembrado, para la preparación del suelo para próximas siembras es recomendable aplicar labranza mínima únicamente en el sitio donde van los surcos, es decir formar la cama o surcos donde se trasplantará la hortaliza. La actividad consiste en levantarlos por lo menos de 25 a 40 cm. Los surcos altos tienen grandes ventajas, entre ellas mejor  drenaje y mejor aireación y desarrollo de las raíces. Posteriormente, se procede a marcar los sitios donde quedarán ubicadas las plantas. En estos sitios se hace un hueco de tamaño ligeramente mayor al volumen ocupado por el recipiente que contiene la planta que se va a trasplantar. Una vez trasplantadas, es necesario regarlas para evitar su marchitamiento.

Distancias de siembra: La distancia entre surcos más apropiada, es aquella que permita una adecuada ejecución de las labores y que evite el exceso de humedad alrededor de las plantas. Para aquellas zonas donde se genera una alta humedad relativa, no es recomendable la siembra en surcos dobles ya que se crean las condiciones para la incidencia de enfermedades. En general, los espaciamientos menores, con altas densidades de siembra, aumentan la competitividad por nutrientes, agua y luz y exigen mayor atención en relación con el manejo del cultivo, principalmente con la protección fitosanitaria, la fertilización, el amarre y las podas de las plantas. Se debe tener en cuenta que no necesariamente a mayor número de plantas por m² habrá incremento de la producción, ya que la competencia entre plantas por nutrientes y luminosidad produce frutos más pequeños y huecos con pobre coloración; igualmente, se incrementa la alta humedad relativa dentro del invernadero favoreciendo la incidencia de enfermedades. La densidad de siembra que se utilice depende de la variedad elegida, el tipo de poda, el arreglo espacial (surco sencillo o doble), el tutorado y la fertilidad del suelo, las condiciones agroecológicas de la zona, la disposición y el tipo de riego.

En zonas frías, donde hay alta nubosidad y alta humedad relativa, lo recomendable es la siembra en surcos sencillos, para facilitar la luminosidad y la ventilación de las plantas; al contrario, en zonas con alta radiación, es recomendable la siembra en surcos dobles para evitar daños a los frutos por golpe de sol.

Análisis foliar: Es útil para determinar las causas de crecimiento retardado de enfermedades abióticas que se observan en el campo. Es necesario que las plantas evaluadas estén al menos en floración, aunque la etapa más utilizada es el estado de formación de frutos (diámetro de 1 a 3 cm). Si el análisis se hace en etapas iniciales de crecimiento (inicio de floración) es posible corregir deficiencias mediante aspersiones foliares. Por otra parte, el análisis foliar es una herramienta que ayuda a la planificación de los programas de fertilización para cosechas posteriores. La muestra para el análisis foliar en la mayoría de hortalizas se toma de las láminas de los foliolos o en los pecíolos de las hojas, antes o al momento de la primera floración, en la tercera, cuarta o quinta hojas desarrolladas a partir de la yema terminal en los tallos principales. No se deben utilizar hojas dañadas por insectos, enfermedades, herbicidas, etc., ni incluir hojas secas con deformaciones, manchas necróticas o presencia de insectos. Para poder interpretar los análisis foliares, se debe muestrear el tejido indicativo en la época indicada para cada cultivo, de esta manera se pueden comparar los datos obtenidos con los rangos obtenidos o niveles críticos. Se debe tener en cuenta que estos niveles pueden cambiar con las variaciones en clima, la tasa de crecimiento de la planta o con la presencia o ausencia de otros elementos.

Fertilización: Antes de hacer un plan de fertilización se debe contar con un análisis de suelo, con el fin de determinar las necesidades de elementos nutricionales, y así hacer los ajustes necesarios que garanticen una adecuada nutrición del cultivo de acuerdo con sus requerimientos nutricionales. Las extracciones de macronutrientes que realizan las plantas están relacionadas con las condiciones de desarrollo del cultivo (suelo, clima y técnicas de cultivo), con el destino de la producción, la variedad sembrada y el rendimiento agrícola. La necesidad de fertilizantes del cultivo va a depender de la disponibilidad de nutrientes del suelo de acuerdo al pH, el contenido de materia orgánica, la humedad, la variedad, la producción y la calidad esperada del cultivo. Por eso las aplicaciones de fertilizantes estarán sujetas al resultado del análisis químico del suelo, el análisis foliar, las observaciones de campo y las recomendaciones del técnico. Una fertilización eficiente es aquella que, con base en los requerimientos nutricionales de la planta y el estado nutricional del suelo, proporciona los nutrientes en las cantidades suficientes y en épocas precisas para el cultivo. Una buena fertilización no solamente implica aplicar el elemento faltante, sino también mantener un balance adecuado entre los elementos, tanto en el suelo como en las diferentes estructuras de la planta. El programa de fertilización debe considerar los siguientes puntos:

§  Tipo de cultivo.
§  Necesidades nutricionales del cultivo.
§  Características y aportes de nutrientes del terreno.
§  Contenido de nutrientes aportados por el fertilizante.
§  Solubilidad del producto.
§  Efecto sobre el suelo y sobre las capas freáticas.
§  Dosis y momento de aplicación.

El uso de abonos orgánicos puede contribuir a mejorar la fertilidad del suelo, pues al incrementar la materia orgánica, aumenta la capacidad de retención de agua y nutrientes y se reduce la erosión. Sin embargo, se debe tener presente que, potencialmente, son también fuente de contaminación microbiológica, por lo cual es necesario tomar todas las medidas posibles para controlar su uso y eliminar o reducir los riesgos de contaminación. Por tanto, hay algunas consideraciones que se deben tener en cuenta en la utilización de materia orgánica:

§  Usar sólo abonos orgánicos que hayan sido sometidos a tratamientos de compostaje, para reducir el riesgo de contaminación microbiológica en las aplicaciones superficiales.
§  La aplicación del abono orgánico se debe hacer por lo menos dos semanas antes de la fecha de siembra o trasplante, para evitar la toxicidad o problemas de inocuidad en la planta o en sus frutos; las dosis varían entre 1 a 5 ton/ha, de acuerdo con el contenido de nitrógeno y materia orgánica según el análisis de suelo.
§  Una vez incorporada la materia orgánica compostada, es conveniente humedecer el suelo antes del trasplante para facilitar la liberación de ácidos y calor que pueden quemar las raíces y la base del tallo de la planta.
§  Deben transcurrir más de 120 días desde la aplicación hasta la primera cosecha.
§  Se debe realizar una buena preparación del suelo para que la incorporación del abono al suelo sea provechosa; de esta manera se evitan riesgos de contaminación microbiológica.
§  Sólo se deben utilizar abonos de origen conocido cuyas técnicas de tratamiento estén garantizadas.

La fertilización edáfica es la aplicación al suelo de abonos químicos u orgánicos en estado sólido o líquido a fin de que las plantas los absorban a través de sus raíces. Para que este método de fertilización sea efectivo, es clave la correcta ubicación del fertilizante puesto que, en gran parte, la baja productividad de los suelos se debe a una inadecuada aplicación de los mismos. En lo posible, deben seguirse dos normas generales con respecto a la ubicación y época de aplicación de los fertilizantes: uno, que sean incorporados y, dos, aplicados antes o al momento de la siembra. La incorporación de fertilizantes al suelo evita pérdidas por volatilización; por inmovilización, como en el caso de los fertilizantes fosfatados, cuya movilidad en el suelo es casi nula, y si se ponen en la superficie quedan entonces afuera de la zona radicular del cultivo, y por desnitrificación, pues en suelos inundados, los fertilizantes amoniacales mal incorporados pasan a sus formas gaseosas y se pierden en la atmósfera. En invernadero, se aprovecha el sistema de riego para aplicar la fertilización disuelta en el agua, lo cual le permite a la planta obtener de manera oportuna los nutrientes para su desarrollo. Si no se dispone de este sistema, se recomienda realizar fertilizaciones edáficas, iniciando con una fertilización de establecimiento y continuando a partir de los 20 días después del trasplante, con intervalos de aplicación de 20 días hasta la formación del último racimo por cosechar. No se debe esperar a que aparezcan síntomas de deficiencias de nutrientes en el cultivo, porque el daño es ocasionado antes de su aparición. Por eso es fundamental aplicar los fertilizantes al momento de la siembra de acuerdo con la necesidad según
el análisis de suelo. La aplicación debe realizarse en corona o media corona, alrededor
del tallo, y luego se hace un aporque.

La fertilización foliar es la aplicación de fertilizantes líquidos o polvos solubles en agua, a las partes aéreas de las plantas. Las hojas tienen la capacidad de asimilar sustancias nutritivas, y lo hacen en tres pasos: penetración, absorción y traslocación. Es efectiva cuando existen deficiencias de algunos elementos. Lo más común y frecuente es hacer aplicaciones foliares de nitrógeno, calcio, fósforo, potasio y algunos elementos menores. Tiene las siguientes ventajas:

§  Es un buen recurso en situaciones de emergencia.
§  Se aplican cantidades menores de fertilizante al follaje que al suelo, para alcanzar un nivel deseable de nutrientes.
§  De gran importancia en cultivos sometidos a estrés por la acción adversa del medio en que se desarrollan, o por efectos fitosanitarios negativos como: salinidad, altos contenidos de arcilla, y altos contenidos de materia orgánica.
§  Los síntomas visuales de respuesta a un elemento son más rápidos en el caso de la fertilización foliar. Es probable, por lo tanto, que en caso de aplicaciones tardías de fertilizantes sea mejor recurrir a las aplicaciones foliares que a las edáficas.
§  Ayuda a las plantas a recuperarse de los efectos fitotóxicos producidos por herbicidas, inundaciones, podas y después de altas producciones.
§  Por su alta solubilidad, la aplicación al follaje de fertilizantes foliares es ideal en áreas de semilleros y trasplantes. A la planta hay que alimentarla bien desde que nace. Requerirá los abonos aplicados al suelo a partir del momento en que necesita absorber nutrientes, hasta cuando tiene suficiente masa en su parte aérea para que se pueda aplicar la fertilización foliar.

Fertirrigación: Es la aplicación de fertilizantes disueltos en el agua de riego. En un sistema de riego por goteo ofrece las siguientes ventajas con respecto a la fertilización edáfica:

§  Mejor distribución y mayor uniformidad en la aplicación de los fertilizantes, pues se localizan en la zona donde se desarrollan las raíces.
§  Los fertilizantes se suministran a la planta conforme a sus necesidades en las distintas etapas de desarrollo.
§  En la fertilización edáfica se hacen aportaciones nitrogenadas cuantiosas, lo que puede dar lugar a pérdidas importantes por lavado y volatilización, sobre todo en suelos arenosos. En fertirrigación mediante riego por goteo no existe este inconveniente.
§  Ahorro de fertilizantes.
§  La asimilación de los nutrientes es mayor, por la uniformidad horizontal y vertical en la aplicación, porque la penetración al suelo es más rápida y uniforme y porque se aplican fuentes altamente solubles y con suficiente volumen de agua para que las plantas las puedan absorber eficientemente.
§  Adecuada nutrición. Se facilita la aplicación balanceada de acuerdo a las necesidades momentáneas de nutrición de las plantas.
§  Corrección rápida de deficiencias específicas.
§  Aplicación eficiente de microelementos, los cuales son costosos y se requieren en pequeñas cantidades.
§  Aplicación de cantidades exactas de fertilizantes a través de sistemas de control automático.
§  Reducción de costos operativos de aplicación de fertilizantes: energía, mano de obra, otros.
§  Evita el taponamiento de equipos de inyección, goteros, mangueras, etc.

Por otro lado, la utilización de la fertirrigación tiene las siguientes limitaciones:

§  Exige la utilización de fertilizantes líquidos o sólidos solubles.
§  El agua que contiene fertilizantes químicos no debe ser utilizada en ninguna otra actividad, no puede ser bebida por seres humanos ni animales.
§  Todas las sustancias a inyectar en el sistema de riego deben ser evaluadas para determinar su compatibilidad o si causarán alguna reacción química indeseada.
§  Si no se tienen sistemas exactos de monitoreo del riego, se puede llegar a contaminar aguas subterráneas debido al exceso de agua con sustancias químicas.
§  Todas las partes que entran en contacto con soluciones concentradas o con sustancias químicas inyectadas, deben estar hechas de materiales resistentes a la corrosión con el fin de reducir ésta al mínimo.
§  Se requiere un correcto funcionamiento de todos los componentes del sistema.
§  La Inversión inicial alta.
§  Para lograr la máxima eficiencia, se requiere conocimiento sobre preparación de soluciones, deficiencias nutricionales, requerimientos nutricionales del cultivo, etc.

Recomendaciones técnicas para la aplicación y manejo de fertilizantes

§  Se debe tener un programa de aplicación de fertilizantes, realizado por personal capacitado, que apunte a lograr el máximo beneficio productivo, disminuir las pérdidas del productor y evitar la contaminación ambiental, así como la presencia de sustancias dañinas para el consumidor.
§  Adquirir las cantidades de fertilizantes que se demandarán durante la temporada, para reducir el riesgo de pérdidas y de contaminación durante su almacenamiento.
§  En el programa de fertilización se deben considerar los siguientes puntos:
ü  Tipo de cultivo.
ü  Necesidades nutricionales del cultivo.
ü  Características y aporte de nutrientes del terreno.
ü  Contenido de nutrientes aportados por el fertilizante.
ü  Solubilidad del producto.
ü  Efecto sobre el suelo.
ü  Dosis y momento de aplicación.
§  Para cumplir con los puntos del programa de fertilización, se debe realizar un análisis del suelo o el sustrato por medio de un laboratorio especializado, antes de la plantación o del inicio de la temporada, o bien anualmente. Además, se debe conocer e historial de manejo del terreno.
§  Las cantidades de fertilizante que se van a aplicar son un punto crítico; por esto la dosificación, el pesaje de los productos y la preparación de las mezclas las debe hacer un técnico capacitado para ello.
§  Se debe aplicar una fertilización balanceada para evitar el desarrollo de enfermedades tanto infecciosas como fisiológicas en las plantas, y, además, prevenir la generación y acumulación de sustancias dañinas para los consumidores.
§  Igualmente, evitar la aplicación de fertilizantes con alta solubilidad donde exista riesgo de contaminación de aguas, ya sean superficiales o profundas.
§  Se deben considerar las condiciones climáticas para la aplicación del fertilizante y posterior a ella, con vistas a prevenir las pérdidas por escorrentía, y, por lo tanto, la posible contaminación de aguas y suelo.
§  Los riegos se deben realizar minimizando las posibilidades de pérdidas de fertilizantes por escorrentía.
§  En el caso de productores que cuenten con sistema de riego tecnificado, se podrán hacer las aplicaciones a través del riego, teniendo especial cuidado en las características de solubilidad del producto, su dosificación y las necesidades del cultivo.
§  Las maquinarias usadas para la aplicación de fertilizantes se deben mantener limpias y en buen estado, chequear su correcto funcionamiento cada vez que se usen, y hacerles mantenimiento por lo menos una vez al año.

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